El espejo roto
TRASTORNO DISMÓRFICO CORPORAL - DISMORFOFOBIA :: Trastorno Dismórfico Corporal :: Información de Interés
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El espejo roto
El espejo roto
¿En qué se parecen Michael Jackson, Alfredo Palacios, "La Tigresa", Elba Esther Gordillo y un largo etcétera de personajes famosos? Que todos ellos se han hecho tantas cirugías plásticas para verse bien que han terminado por verse deformes.
Lo más seguro es que todos ellos sufran de un padecimiento llamado trastorno dismórfico corporal, un trastorno que se caracteriza por una preocupación patológica por un defecto en su apariencia que puede ser imaginario o apenas notable.
Las preocupaciones se centran principalmente en la cara (en cosas como el pelo, acné, la forma de los labios o la nariz), pero también se fijan en otras partes del cuerpo como el abdomen, la cadera o, se han presentado casos, en los genitales; y como a todos nos preocupa nuestra apariencia física, este problema es más o menos común: algunos lo ubican en el por ciento de la población.
Estas personas no son realmente feas, algunas de ellas pueden ser bonitas, pero su preocupación es tal que presentan problemas de relaciones personales o laborales por su obsesión; por ejemplo, se han presentado casos de personas que han sido despedidas de su trabajo porque siempre llegaban tarde a trabajar por estarse arreglando.
MIEDO A LA FEALDAD
Este trastorno fue conocido primero como dismorfofobia (miedo a la fealdad), un término acuñado por el italiano Enrico Morselli en 1891; otro paciente famoso es el conocido como "hombre-lobo", un paciente de Sigmund Freud que estaba obsesionado con la forma de su nariz (ya saben cómo son los psicoanalistas y su problema fue catalogado como un complejo con el pene).
Fue hasta 1980 que esta enfermedad fue incluida en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (mejor conocido como DSM); y para 1987 se le cambió el nombre por el que ahora se le conoce al reconocérsele más como una idea irracional que como una fobia.
Pero a pesar de su larga historia, no muchos de los psicólogos la conocen y llegan a diagnosticarla como depresión, ansiedad o como un trastorno de la alimentación; por su parte, los pacientes no suelen hablar de ello, porque cuando uno se cree horrible no es un tema del que se le deba de hablar a un psicólogo, sino al cirujano plástico.
EL ORIGEN
Sus causas son motivo de gran polémica: algunos la consideran un problema de personalidad, como puede ser una baja auto-estima o bien un carácter demasiado perfeccionista; por otro lado se sabe que participan factores biológicos tales como genes y química cerebral.Por ejemplo, los investigadores han encontrado una relación entre este trastorno y la serotonina, igual que en la depresión; por ello se ha investigado la efectividad de los antidepresivos para resolver esta enfermedad y se han encontrado datos alentadores por parte de Katharine A. Phillips.
También se especula que factores ambientales tienen su peso en la aparición de esta patología; entre estos factores se cree que está el crecer en una familia que hace un énfasis excesivo en la apariencia física o bien haber sido constantemente criticado por un rasgo físico; en este sentido, Ulrike Buhlmann publicó un estudio en el 2007 en el que sus sujetos con el trastorno dismórfico reportaban haber sido molestados muchas más veces que los sujetos normales.
Pero la última hipótesis que se ha estado evaluando como causa de este trastorno es la posibilidad de que haya una percepción anormal. El primer estudio en el que se obtuvo pruebas a favor de esta hipótesis fue la realizada por Jose Yaryura del Instituto Bioconductual en Nueva York; él y sus colaboradores hicieron tres grupos de 10 personas, uno del trastorno dismórfico, otro de obsesivos-compulsivos y uno más de personas normales. A todos les mostraron una fotografía de su cara en una computadora y les decían que estaba alterada y que por lo tanto seleccionaran las que necesitaban ser retocadas (en realidad no había tal alteración); el resultado fue que la mitad de los sujetos tanto del grupo con trastorno dismórfico como el de obsesivos, alteraron sus fotografías, mientras que ninguno de los sujetos del grupo control lo hizo.
Además, hay evidencia que sugiere que los pacientes con el trastorno dismófico pueden tener una visión más precisa que las personas normales; Ulrich Stangier de la Universidad de Jena en Alemania encontró que este tipo de pacientes eran mejores para juzgar el grado de distorsión en imágenes; además, de acuerdo a Thilo Deckersbach en el 2000, parece que están demasiado centrados en los detalles de las imágenes, explicando con ello por qué se preocupan demasiado por minúsculas desviaciones de su cara. Esta forma de procesamiento visual centrado en los detalles se debe a que utilizan más el hemisferio izquierdo (involucrado en el análisis de los detalles) y no el derecho como las personas normales, según publicó en el 2007 Jamie D. Feusner.
CIRUGÍA PLÁSTICA MENTAL
Entonces, si la causa del trastorno es un aberrante procesamiento visual, las futuras terapias se van a centrar en entrenar a los pacientes a ver las cosas más globalmente, usando su hemisferio derecho, por medio del uso de imágenes borrosas que sólo pueden ser vistas bien a la distancia.
Feusner especula que el uso de algunos medicamentos como el diazepan y el alprazolam pueden cambiar el funcionamiento del cerebro para que en actividades visuales se active más el hemisferio derecho.
Sin embargo, como no todos los investigadores están de acuerdo en que el origen sea visual y sólo en el cerebro, se están estudiando los aspectos emocionales, tales como el perfeccionismo y el miedo al rechazo. En la terapia cognitivo-conductual se trabaja sobre estos pensamientos distorsionados y promueven una imagen más realista de sí mismos; de hecho, este tipo de terapias han mostrado su utilidad, tal y como se reporta en un estudio realizado por Sabine Wilhelm de la Escuela de Medicina de Harvard, quien en 1999 publicó un estudio que así lo confirma.
Así que si Michael Jackson hubiera ido a terapia, a lo mejor todavía estuviera por aquí brincando y mostrándonos su espantoso rostro.
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http://www.oem.com.mx/eloccidental/notas/n1601014.htm
¿En qué se parecen Michael Jackson, Alfredo Palacios, "La Tigresa", Elba Esther Gordillo y un largo etcétera de personajes famosos? Que todos ellos se han hecho tantas cirugías plásticas para verse bien que han terminado por verse deformes.
Lo más seguro es que todos ellos sufran de un padecimiento llamado trastorno dismórfico corporal, un trastorno que se caracteriza por una preocupación patológica por un defecto en su apariencia que puede ser imaginario o apenas notable.
Las preocupaciones se centran principalmente en la cara (en cosas como el pelo, acné, la forma de los labios o la nariz), pero también se fijan en otras partes del cuerpo como el abdomen, la cadera o, se han presentado casos, en los genitales; y como a todos nos preocupa nuestra apariencia física, este problema es más o menos común: algunos lo ubican en el por ciento de la población.
Estas personas no son realmente feas, algunas de ellas pueden ser bonitas, pero su preocupación es tal que presentan problemas de relaciones personales o laborales por su obsesión; por ejemplo, se han presentado casos de personas que han sido despedidas de su trabajo porque siempre llegaban tarde a trabajar por estarse arreglando.
MIEDO A LA FEALDAD
Este trastorno fue conocido primero como dismorfofobia (miedo a la fealdad), un término acuñado por el italiano Enrico Morselli en 1891; otro paciente famoso es el conocido como "hombre-lobo", un paciente de Sigmund Freud que estaba obsesionado con la forma de su nariz (ya saben cómo son los psicoanalistas y su problema fue catalogado como un complejo con el pene).
Fue hasta 1980 que esta enfermedad fue incluida en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (mejor conocido como DSM); y para 1987 se le cambió el nombre por el que ahora se le conoce al reconocérsele más como una idea irracional que como una fobia.
Pero a pesar de su larga historia, no muchos de los psicólogos la conocen y llegan a diagnosticarla como depresión, ansiedad o como un trastorno de la alimentación; por su parte, los pacientes no suelen hablar de ello, porque cuando uno se cree horrible no es un tema del que se le deba de hablar a un psicólogo, sino al cirujano plástico.
EL ORIGEN
Sus causas son motivo de gran polémica: algunos la consideran un problema de personalidad, como puede ser una baja auto-estima o bien un carácter demasiado perfeccionista; por otro lado se sabe que participan factores biológicos tales como genes y química cerebral.Por ejemplo, los investigadores han encontrado una relación entre este trastorno y la serotonina, igual que en la depresión; por ello se ha investigado la efectividad de los antidepresivos para resolver esta enfermedad y se han encontrado datos alentadores por parte de Katharine A. Phillips.
También se especula que factores ambientales tienen su peso en la aparición de esta patología; entre estos factores se cree que está el crecer en una familia que hace un énfasis excesivo en la apariencia física o bien haber sido constantemente criticado por un rasgo físico; en este sentido, Ulrike Buhlmann publicó un estudio en el 2007 en el que sus sujetos con el trastorno dismórfico reportaban haber sido molestados muchas más veces que los sujetos normales.
Pero la última hipótesis que se ha estado evaluando como causa de este trastorno es la posibilidad de que haya una percepción anormal. El primer estudio en el que se obtuvo pruebas a favor de esta hipótesis fue la realizada por Jose Yaryura del Instituto Bioconductual en Nueva York; él y sus colaboradores hicieron tres grupos de 10 personas, uno del trastorno dismórfico, otro de obsesivos-compulsivos y uno más de personas normales. A todos les mostraron una fotografía de su cara en una computadora y les decían que estaba alterada y que por lo tanto seleccionaran las que necesitaban ser retocadas (en realidad no había tal alteración); el resultado fue que la mitad de los sujetos tanto del grupo con trastorno dismórfico como el de obsesivos, alteraron sus fotografías, mientras que ninguno de los sujetos del grupo control lo hizo.
Además, hay evidencia que sugiere que los pacientes con el trastorno dismófico pueden tener una visión más precisa que las personas normales; Ulrich Stangier de la Universidad de Jena en Alemania encontró que este tipo de pacientes eran mejores para juzgar el grado de distorsión en imágenes; además, de acuerdo a Thilo Deckersbach en el 2000, parece que están demasiado centrados en los detalles de las imágenes, explicando con ello por qué se preocupan demasiado por minúsculas desviaciones de su cara. Esta forma de procesamiento visual centrado en los detalles se debe a que utilizan más el hemisferio izquierdo (involucrado en el análisis de los detalles) y no el derecho como las personas normales, según publicó en el 2007 Jamie D. Feusner.
CIRUGÍA PLÁSTICA MENTAL
Entonces, si la causa del trastorno es un aberrante procesamiento visual, las futuras terapias se van a centrar en entrenar a los pacientes a ver las cosas más globalmente, usando su hemisferio derecho, por medio del uso de imágenes borrosas que sólo pueden ser vistas bien a la distancia.
Feusner especula que el uso de algunos medicamentos como el diazepan y el alprazolam pueden cambiar el funcionamiento del cerebro para que en actividades visuales se active más el hemisferio derecho.
Sin embargo, como no todos los investigadores están de acuerdo en que el origen sea visual y sólo en el cerebro, se están estudiando los aspectos emocionales, tales como el perfeccionismo y el miedo al rechazo. En la terapia cognitivo-conductual se trabaja sobre estos pensamientos distorsionados y promueven una imagen más realista de sí mismos; de hecho, este tipo de terapias han mostrado su utilidad, tal y como se reporta en un estudio realizado por Sabine Wilhelm de la Escuela de Medicina de Harvard, quien en 1999 publicó un estudio que así lo confirma.
Así que si Michael Jackson hubiera ido a terapia, a lo mejor todavía estuviera por aquí brincando y mostrándonos su espantoso rostro.
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http://www.oem.com.mx/eloccidental/notas/n1601014.htm
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