Heidi Montag se arrepiente de sus excesos con la cirugía estética
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Heidi Montag se arrepiente de sus excesos con la cirugía estética
Con 23 años y trece operaciones de cirujía estética entre pecho y espalda, Heidi Montag es algo así como el poster de los excesos del Hollywood. “El 99% de las actrices están retocadas”, confiesa la joven protagonista de la serie “The Hills” de la MTV, que por fin admite que su obsesión por el cuerpo perfecto ha llegado demasiado lejos: “No puedo siquiera abrazar a mis cuatro perros; me siento como una muñeca de porcelana”.
Apenas puede sonreír, recuperándose que está aún de las diez operaciones a las que sometió en un sólo día. El doloroso proceso de recuperación le costó la separación de su marido, su ex compañero de reparto Stephen Pratt. Su madre asegura que no la reconce y ha decidido retirarle la palabra. Y para colmo de males acaba de morir en accidente de tráfico su cirujano plástico, Frank Ryan, a quien consideraba poco menos que un padre.
“Estoy devastada por su muerte”, reconoce Heidi Montag. “Le conocí cuando tenía veinte años y yo me sentía atrapada en mi cuerpo. El es realmente mi “escultor”. Gracias a él, me he llegado a sentir como un Picasso andante”.
Pero ahora, en confesiones a la revista Life & Style, Heidi Montag confiesa por primera vez que quiere volver a ser “una chica normal” y que se arrepiente de ciertos cambios. La primera intervención, en el 2007, consistió en un primer aumento de los pechos y en un retoque de la nariz y el mentón. En el 2010 se sometió a diez operaciones en un solo día y estuvo a punto de no contarlo por una sobredosis del anestésico Demerol. Heidi no dejó practicamente nada sin tocar. El cambio más explosivo, sin embargo, fue el que volvieron a experimentar sus pechos.
La hinchazón salta a la vista. Y la sobrecarga también... “Estoy obsesionada con el ejercicio físico y es imposible entrenar con estas tetas. Tiran de mi espalda y se interponen entre mí y mi entrenador al meno movimiento. Tengo que llevar dos sujetadores de talla extragrande para poder soportarlas. No puedo hacer una vida normal”.
De pequeña, reconoce, fantaseaba con tener unos pechos enormes y jugaba a ponerse melones bajo la camiseta. Pero ahora que apechuga con ellos a todas las horas, la fantasía se ha trocado en pesadilla: “Mis tetas están acabando conmigo. Mi cuerpo no se acaba de aconstumbrar y tengo ataques de ansiedad y dolores frecuente. Tuve que tomar analgésicos durante un tiempo, pero los he dejado”.
“¡Que me quiten los implantes!”, parece estar pidiendo a gritos Heidi Montag, y en eso está... “El doctor Ryan tenía razón, son muy grandes para mí. Fui yo la que insistí en esta talla. Y ahora que no está él, voy a buscar otro cirujano en Suramérica para disminuir mis pechos”.
Heidi Montag anda por cierto en Costa Rica, intentando encontrarse a sí misma junto a sus cuatro perros falderos. “No me hablo con mi familia y no me quedan amigos en Hollywood”, admite. “Mi matrimonio se fue a pique porque fue demasiada presión para Spencer. Nadie aguanta mucho tiempo con una mujer a la que parece que la ha atropellado un camión, y así fue durante largos meses... El no quería que me operara”.
La separación fue en principio amistosa, pero la situación se ha complicado ahora que Spencer amenaza con vender varias cintas de sus relaciones sexuales a la compañía Vivid (la misma que comercializa los vídeos caseros de Pamela Anderson y Paris Hilton). Heidi Montag ha puesto en guardia a sus abogados y ha prometido vengarse de la manera más cruel con su “ex”: “En el fondo, era un tipo sucio que escondía cámaras por todos los lados. Me mortifica pensar que la gente pueda verme desnuda... antes de que me hiciera las operaciones”.
Le preguntan a Heidi si no tendrá un “trastorno dismórfico corporal”, como el que parece que tenía Michael Jackson. “No quiero acabar con la cara colgada como él... Mi nariz aún se está recuperando, pero en general estoy contenta con mi rostro y no creo que lo vuelva a tocar”.
Cuando acabe su retiro, y cuando haya conseguido tal vez disminuir sus pechos a un tamaño más o menos aceptable, Heidi Montag piensa tomarse también la revancha como cantante. Su primer disco, “Superficial”, que salió a principios de año, sólo logró vender mil copias y fue despedazado por los críticos musicales.
“A todo el mundo parece que le gusta odiar a alguien”, asegura, “y muchos la han tomado conmigo. Es divertido porque en el fondo me están haciendo un favor: “Gracias por hablar de mí”... Aunque la única persona que me puede juzgar al final del día es Dios. Es al único al que le tengo que dar respuestas”.
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http://www.elmundo.es/america/2010/09/03/estados_unidos/1283469811.html
Apenas puede sonreír, recuperándose que está aún de las diez operaciones a las que sometió en un sólo día. El doloroso proceso de recuperación le costó la separación de su marido, su ex compañero de reparto Stephen Pratt. Su madre asegura que no la reconce y ha decidido retirarle la palabra. Y para colmo de males acaba de morir en accidente de tráfico su cirujano plástico, Frank Ryan, a quien consideraba poco menos que un padre.
“Estoy devastada por su muerte”, reconoce Heidi Montag. “Le conocí cuando tenía veinte años y yo me sentía atrapada en mi cuerpo. El es realmente mi “escultor”. Gracias a él, me he llegado a sentir como un Picasso andante”.
Pero ahora, en confesiones a la revista Life & Style, Heidi Montag confiesa por primera vez que quiere volver a ser “una chica normal” y que se arrepiente de ciertos cambios. La primera intervención, en el 2007, consistió en un primer aumento de los pechos y en un retoque de la nariz y el mentón. En el 2010 se sometió a diez operaciones en un solo día y estuvo a punto de no contarlo por una sobredosis del anestésico Demerol. Heidi no dejó practicamente nada sin tocar. El cambio más explosivo, sin embargo, fue el que volvieron a experimentar sus pechos.
La hinchazón salta a la vista. Y la sobrecarga también... “Estoy obsesionada con el ejercicio físico y es imposible entrenar con estas tetas. Tiran de mi espalda y se interponen entre mí y mi entrenador al meno movimiento. Tengo que llevar dos sujetadores de talla extragrande para poder soportarlas. No puedo hacer una vida normal”.
De pequeña, reconoce, fantaseaba con tener unos pechos enormes y jugaba a ponerse melones bajo la camiseta. Pero ahora que apechuga con ellos a todas las horas, la fantasía se ha trocado en pesadilla: “Mis tetas están acabando conmigo. Mi cuerpo no se acaba de aconstumbrar y tengo ataques de ansiedad y dolores frecuente. Tuve que tomar analgésicos durante un tiempo, pero los he dejado”.
“¡Que me quiten los implantes!”, parece estar pidiendo a gritos Heidi Montag, y en eso está... “El doctor Ryan tenía razón, son muy grandes para mí. Fui yo la que insistí en esta talla. Y ahora que no está él, voy a buscar otro cirujano en Suramérica para disminuir mis pechos”.
Heidi Montag anda por cierto en Costa Rica, intentando encontrarse a sí misma junto a sus cuatro perros falderos. “No me hablo con mi familia y no me quedan amigos en Hollywood”, admite. “Mi matrimonio se fue a pique porque fue demasiada presión para Spencer. Nadie aguanta mucho tiempo con una mujer a la que parece que la ha atropellado un camión, y así fue durante largos meses... El no quería que me operara”.
La separación fue en principio amistosa, pero la situación se ha complicado ahora que Spencer amenaza con vender varias cintas de sus relaciones sexuales a la compañía Vivid (la misma que comercializa los vídeos caseros de Pamela Anderson y Paris Hilton). Heidi Montag ha puesto en guardia a sus abogados y ha prometido vengarse de la manera más cruel con su “ex”: “En el fondo, era un tipo sucio que escondía cámaras por todos los lados. Me mortifica pensar que la gente pueda verme desnuda... antes de que me hiciera las operaciones”.
Le preguntan a Heidi si no tendrá un “trastorno dismórfico corporal”, como el que parece que tenía Michael Jackson. “No quiero acabar con la cara colgada como él... Mi nariz aún se está recuperando, pero en general estoy contenta con mi rostro y no creo que lo vuelva a tocar”.
Cuando acabe su retiro, y cuando haya conseguido tal vez disminuir sus pechos a un tamaño más o menos aceptable, Heidi Montag piensa tomarse también la revancha como cantante. Su primer disco, “Superficial”, que salió a principios de año, sólo logró vender mil copias y fue despedazado por los críticos musicales.
“A todo el mundo parece que le gusta odiar a alguien”, asegura, “y muchos la han tomado conmigo. Es divertido porque en el fondo me están haciendo un favor: “Gracias por hablar de mí”... Aunque la única persona que me puede juzgar al final del día es Dios. Es al único al que le tengo que dar respuestas”.
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http://www.elmundo.es/america/2010/09/03/estados_unidos/1283469811.html
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