Dismorfofobia, una mirada errónea sobre el propio cuerpo
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Dismorfofobia, una mirada errónea sobre el propio cuerpo
La chica llega a la camilla del cirujano plástico. El médico le pide que cierre los ojos y que con su mano le muestre el cuerpo. Y ella pasa la mano delimitando su cuerpo medio metro por arriba de su abdomen y caderas... Esa es la imagen que tiene de sí misma.
Se llama dismorfofobia o fobia a las formas. "La padecen las personas que tienen una alteración en la percepción de su cuerpo. Viven perseguidas por su imagen. Es común, me ha pasado varias veces, que lleguen al consultorio chicas flacas que me piden que las lipoaspire... Y uno, que tiene varios años en esto, sospecha que hay algo más", resume el doctor Luis Ignacio Odriozola, cirujano plástico, miembro titular de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica y miembro titular de la International Society Aesthetic Plastic Surgery.
La percepción errónea puede estar sobre la nariz, las arrugas, la boca o sobre la imagen en general... "Pero hoy la mayoría de los casos tiene que ver con el contorno corporal, con la gordura, con las mamas", asegura Odriozola. Esta percepción distorsionada deriva, muchas veces, en bulimia y anorexia, patologías que también tienen que ver con la imagen.
Por su parte, el doctor Manuel Sarrabayrouse, jefe de Cirugía Plástica del Hospital Italiano, asegura: "Se ve claramente en todas estas chicas flaquísimas, que tienen fobia a su cuerpo, luchan contra su propia biología. Se ven gordas y están hechas un palo". Las modelos son la cara visible, pero muchísimas mujeres van tras ese cuerpo hiperflaco, sinónimo de éxito social.
El tema está en los colegios, donde se reúne a los padres para advertirles sobre esta problemática, porque muchas adolescentes, en pleno desarrollo, hacen dietas rigurosas y buscan un ideal que no existe. "Buscan designios inalcanzables. Y nadie puede luchar contra su propia anatomía. Van detrás de una imagen irreal", enfatiza Sarrabayrouse.
Para Ricardo Pérez Rivera, médico psiquiatra, especialista en trastorno obsesivo-compulsivo y desórdenes relacionados, coautor del libro Obsesiones corporales: "Los padres pueden sospechar cuando su hija empieza a evitar el contacto social, sale menos, tiende a quedarse con la familia. Está más introvertida, callada. Busca en exceso el reaseguro para poder salir. ¿Estoy bien? ¿Es muy grande mi nariz? ", pregunta.
"Los cirujanos somos quienes, algunas veces, pesquisamos los casos en el consultorio. Y no las operamos. Esto se trata con psicólogos, psiquiatras, nutricionistas, con la familia", aseguran Odriozola y Sarrabayrouse.
Según Pérez Rivera, "el trastorno dismórfico corporal (TDC) es un trastorno psiquiátrico y, como tal, multicausal. Las personas más propensas son aquellas que cuentan con antecedentes familiares de TDC, anorexia, por ejemplo. O que hayan sido abusadas psicológica, sexual, físicamente. Personas con baja autoestima, con padres exigentes o que tengan falta de contención familiar".
Por la imagen
Las argentinas son lindas, coquetas..., obsesivas. Hasta tal punto que desde los últimos siete u ocho años la demanda de cirugías ha aumentado muchísimo. El límite está puesto en el profesionalismo, el buen gusto, saber decir que no, elegir al paciente. "Quienes tienen dismorfofobia siempre quedan frustradas después de la operación. Es que el tema no está en el cuerpo, sino en la mente. Van atrás de una falsa imagen", puntualiza Odriozola.
Y no es una enfermedad nueva, "la primera descripción la realizó el doctor Enrico Morselli a fines del siglo XIX. Lo más llamativo es que la forma de presentarse es exactamente igual, a pesar del impresionante cambio en el nivel sociocultural dado en el último siglo. Lo que cambió es la frecuencia. Vivimos en una sociedad donde lo estético tiene un lugar preponderante, factor que actúa como gatillo para que se exprese este tipo de desórdenes", enfatiza Pérez Rivera. Dicho de otra manera, las personas que padecen algún tipo de desorden de su imagen corporal (dismorfia corporal, anorexia, bulimia, etcétera) "al convivir en un medio donde se destaca como valor el cuerpo, los rasgos y las características estéticas de las personas están propensas a desarrollar el desorden y padecer sus consecuencias".
Límite
Naturalidad. Otro tema que surge al hablar de cirugía. Bocas que pasan a ser trompas, mamas desmedidas, estiramientos bruscos. Y se nota. Se nota que no es natural. "Pero ésas son las que están mal operadas. ¡Cuántas personas hay que pasan al lado de uno y uno no se da cuenta de que tienen algo hecho! Lindos labios o pechos que están tocados, pechos naturales...", defiende Odriozola. ¿El punto justo? Se trata "de no sobreactuar en una cirugía, sino hacerla con naturalidad. Eso el lo más difícil, hacer lo justo, lo que queda bien. Esto es esculpir un cuerpo".
Dedicarse, entonces, a hacer lipoaspiraciones que tienen razón de ser. Narices que pueden mejorar. Arrugas que se pueden atenuar. Orejas que se pueden achicar. Cuando la operación tiene un motivo real, bienvenida. "El problema surge cuando hay una paranoia de querer más, seguir y seguir... y pedir lo inexistente", asegura Odriozola.
"De diez consultas, seis son para prótesis de mamas. Las otras cuatro para lipoaspiraciones", coinciden los especialistas. ¿A qué edad empiezan las cirugías? "Las consultas son cada vez más a edades más tempranas. Hay que permitir que el cuerpo crezca y se desarrolle. Hoy es típico regalo de 15 años que te operen la nariz. Yo no intervengo a chicas menores de 17/16 años", asegura Odriozola.
Hay chicas-niñas que llegan acompañadas de sus madres en busca de una solución, o con amigas. "Muchas madres vienen esperando que uno le diga a su hija de 13/14 años que no se puede hacer nada todavía. O las acompañan creyendo que sí se puede hacer algo."
Lo aconsejable es esperar, como mínimo, hasta los 17 años. No obstante, hay casos en los que por el desarrollo se puede hacer antes. Lo mismo pasa con la nariz. Una chica de 15 años que cree que tiene una nariz muy grande para su cara va a seguir desarrollándose... Hay que poner límites. "Lo peor en una sociedad es mirar para otro lado. El problema está. Esta exaltación del cuerpo perfecto que se hace... El cuerpo perfecto es el de una mujer bien puesta. No el de una flaca con anorexia", concluye Odriozola.
Por Catalina Lanús
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http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=924820
Se llama dismorfofobia o fobia a las formas. "La padecen las personas que tienen una alteración en la percepción de su cuerpo. Viven perseguidas por su imagen. Es común, me ha pasado varias veces, que lleguen al consultorio chicas flacas que me piden que las lipoaspire... Y uno, que tiene varios años en esto, sospecha que hay algo más", resume el doctor Luis Ignacio Odriozola, cirujano plástico, miembro titular de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica y miembro titular de la International Society Aesthetic Plastic Surgery.
La percepción errónea puede estar sobre la nariz, las arrugas, la boca o sobre la imagen en general... "Pero hoy la mayoría de los casos tiene que ver con el contorno corporal, con la gordura, con las mamas", asegura Odriozola. Esta percepción distorsionada deriva, muchas veces, en bulimia y anorexia, patologías que también tienen que ver con la imagen.
Por su parte, el doctor Manuel Sarrabayrouse, jefe de Cirugía Plástica del Hospital Italiano, asegura: "Se ve claramente en todas estas chicas flaquísimas, que tienen fobia a su cuerpo, luchan contra su propia biología. Se ven gordas y están hechas un palo". Las modelos son la cara visible, pero muchísimas mujeres van tras ese cuerpo hiperflaco, sinónimo de éxito social.
El tema está en los colegios, donde se reúne a los padres para advertirles sobre esta problemática, porque muchas adolescentes, en pleno desarrollo, hacen dietas rigurosas y buscan un ideal que no existe. "Buscan designios inalcanzables. Y nadie puede luchar contra su propia anatomía. Van detrás de una imagen irreal", enfatiza Sarrabayrouse.
Para Ricardo Pérez Rivera, médico psiquiatra, especialista en trastorno obsesivo-compulsivo y desórdenes relacionados, coautor del libro Obsesiones corporales: "Los padres pueden sospechar cuando su hija empieza a evitar el contacto social, sale menos, tiende a quedarse con la familia. Está más introvertida, callada. Busca en exceso el reaseguro para poder salir. ¿Estoy bien? ¿Es muy grande mi nariz? ", pregunta.
"Los cirujanos somos quienes, algunas veces, pesquisamos los casos en el consultorio. Y no las operamos. Esto se trata con psicólogos, psiquiatras, nutricionistas, con la familia", aseguran Odriozola y Sarrabayrouse.
Según Pérez Rivera, "el trastorno dismórfico corporal (TDC) es un trastorno psiquiátrico y, como tal, multicausal. Las personas más propensas son aquellas que cuentan con antecedentes familiares de TDC, anorexia, por ejemplo. O que hayan sido abusadas psicológica, sexual, físicamente. Personas con baja autoestima, con padres exigentes o que tengan falta de contención familiar".
Por la imagen
Las argentinas son lindas, coquetas..., obsesivas. Hasta tal punto que desde los últimos siete u ocho años la demanda de cirugías ha aumentado muchísimo. El límite está puesto en el profesionalismo, el buen gusto, saber decir que no, elegir al paciente. "Quienes tienen dismorfofobia siempre quedan frustradas después de la operación. Es que el tema no está en el cuerpo, sino en la mente. Van atrás de una falsa imagen", puntualiza Odriozola.
Y no es una enfermedad nueva, "la primera descripción la realizó el doctor Enrico Morselli a fines del siglo XIX. Lo más llamativo es que la forma de presentarse es exactamente igual, a pesar del impresionante cambio en el nivel sociocultural dado en el último siglo. Lo que cambió es la frecuencia. Vivimos en una sociedad donde lo estético tiene un lugar preponderante, factor que actúa como gatillo para que se exprese este tipo de desórdenes", enfatiza Pérez Rivera. Dicho de otra manera, las personas que padecen algún tipo de desorden de su imagen corporal (dismorfia corporal, anorexia, bulimia, etcétera) "al convivir en un medio donde se destaca como valor el cuerpo, los rasgos y las características estéticas de las personas están propensas a desarrollar el desorden y padecer sus consecuencias".
Límite
Naturalidad. Otro tema que surge al hablar de cirugía. Bocas que pasan a ser trompas, mamas desmedidas, estiramientos bruscos. Y se nota. Se nota que no es natural. "Pero ésas son las que están mal operadas. ¡Cuántas personas hay que pasan al lado de uno y uno no se da cuenta de que tienen algo hecho! Lindos labios o pechos que están tocados, pechos naturales...", defiende Odriozola. ¿El punto justo? Se trata "de no sobreactuar en una cirugía, sino hacerla con naturalidad. Eso el lo más difícil, hacer lo justo, lo que queda bien. Esto es esculpir un cuerpo".
Dedicarse, entonces, a hacer lipoaspiraciones que tienen razón de ser. Narices que pueden mejorar. Arrugas que se pueden atenuar. Orejas que se pueden achicar. Cuando la operación tiene un motivo real, bienvenida. "El problema surge cuando hay una paranoia de querer más, seguir y seguir... y pedir lo inexistente", asegura Odriozola.
"De diez consultas, seis son para prótesis de mamas. Las otras cuatro para lipoaspiraciones", coinciden los especialistas. ¿A qué edad empiezan las cirugías? "Las consultas son cada vez más a edades más tempranas. Hay que permitir que el cuerpo crezca y se desarrolle. Hoy es típico regalo de 15 años que te operen la nariz. Yo no intervengo a chicas menores de 17/16 años", asegura Odriozola.
Hay chicas-niñas que llegan acompañadas de sus madres en busca de una solución, o con amigas. "Muchas madres vienen esperando que uno le diga a su hija de 13/14 años que no se puede hacer nada todavía. O las acompañan creyendo que sí se puede hacer algo."
Lo aconsejable es esperar, como mínimo, hasta los 17 años. No obstante, hay casos en los que por el desarrollo se puede hacer antes. Lo mismo pasa con la nariz. Una chica de 15 años que cree que tiene una nariz muy grande para su cara va a seguir desarrollándose... Hay que poner límites. "Lo peor en una sociedad es mirar para otro lado. El problema está. Esta exaltación del cuerpo perfecto que se hace... El cuerpo perfecto es el de una mujer bien puesta. No el de una flaca con anorexia", concluye Odriozola.
Por Catalina Lanús
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